Una vía inmunitaria impulsa el envejecimiento cerebral.

La inflamación es una respuesta natural del organismo ante las agresiones externas o internas, como las infecciones o las lesiones. Sin embargo, cuando la inflamación se vuelve crónica y persistente, puede tener efectos negativos sobre la salud y el envejecimiento. La inflamación crónica se asocia con el deterioro de la función de los órganos y los tejidos, así como con el aumento del riesgo de desarrollar enfermedades degenerativas, especialmente en el cerebro.

El cerebro es el órgano más complejo y delicado del cuerpo humano. Está formado por miles de millones de células nerviosas llamadas neuronas, que se comunican entre sí mediante señales eléctricas y químicas. Las neuronas son responsables de procesar la información sensorial, generar los pensamientos, las emociones y los recuerdos, y controlar las acciones voluntarias e involuntarias. Para proteger a las neuronas de las amenazas potenciales, el cerebro cuenta con un sistema inmunitario propio, compuesto por unas células especiales llamadas microglía.

La células de la microglía son los centinelas del cerebro, vigilando constantemente el entorno neuronal y eliminando los agentes patógenos, las células dañadas o los residuos celulares. Sin embargo, cuando la microglía se activa de forma excesiva o inadecuada, libera demasiadas sustancias inflamatorias que dañan a las neuronas y alteran su funcionamiento. Este fenómeno se denomina neuroinflamación y se ha relacionado con el envejecimiento cerebral y diversas enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, el Parkinson o la esclerosis múltiple.

¿Qué provoca la activación anormal de la microglía? Una posible respuesta la ha encontrado un equipo de investigadores suizos (Publicado en NATURE el 02/08/23), que ha descubierto que una vía de señalización inmunitaria específica impulsa la inflamación y la neurodegeneración relacionadas con el envejecimiento. Se trata de la vía cGAS/STING, que detecta la presencia de ADN en las células. El ADN es la molécula que contiene la información genética de los seres vivos. Normalmente, el ADN se encuentra dentro del núcleo de las células, pero a veces puede escaparse al citoplasma, donde no debería estar. Esto puede ocurrir por diversas causas, como el estrés celular, el daño tisular o las infecciones víricas o bacterianas.

Cuando el ADN se halla en el citoplasma, se enciende una proteína llamada cGAS, que, a su vez, genera una molécula denominada cGAMP. El cGAMP se enlaza con otra proteína conocida como STING, la cual inicia una respuesta inmunitaria para resguardarse de los invasores. Esta reacción implica la creación de ciertas sustancias llamadas interferones y citoquinas, las cuales activan a otras células del sistema inmunitario y provocan inflamación.

La vía cGAS/STING es fundamental para combatir infecciones, pero también puede tener consecuencias perjudiciales si se activa de manera constante o en exceso. Científicos suizos han demostrado que la proteína STING se encuentra en niveles elevados en la microglía de ratones y seres humanos que han envejecido, lo que provoca una activación sostenida de la vía cGAS/STING y una producción continua de interferones y citoquinas. Estas sustancias inflamatorias tienen un impacto negativo en la función cerebral y cognitiva, lo que puede propiciar el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

Los investigadores también han comprobado que al bloquear la proteína STING se puede suprimir la inflamación crónica y mejorar la función cerebral en ratones envejecidos. Los animales tratados con inhibidores de STING mostraron una reducción de los marcadores inflamatorios tanto en el cerebro como en otros órganos periféricos. Además, presentaron una mejora significativa en la memoria espacial y asociativa, así como en la fuerza y la resistencia musculares.

Este estudio nos muestra nuevas maneras de entender cómo ocurre el envejecimiento y cómo se relaciona con enfermedades que afectan al cerebro. También nos brinda posibles estrategias para prevenir o retrasar la pérdida de habilidades mentales vinculada al paso de los años. Reducir la actividad de la proteína STING podría ser una opción prometedora para detener la inflamación del cerebro y proteger las células nerviosas del daño. No obstante, antes de considerar este método en humanos, se necesitan más investigaciones para asegurarnos de que sea seguro y eficaz, y para entender los posibles efectos secundarios de bloquear un importante sistema de defensa del cuerpo, como es el caso de la vía cGAS/STING. Lo que sí parece estar comprobado, tanto en este estudio como en otros de investigadores reconocidos, es la relación entre un sistema inmunitario desajustado y las enfermedades que afectan al cerebro y su funcionamiento.

La investigación de hoy es la terapia del futuro.

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