Investigadores del Instituto Garvan de Investigación Médica en Australia han descubierto que comer un tentempié calórico para buscar consuelo en momentos de estrés es una mala combinación. Este hábito provoca cambios en el cerebro que aumentan el deseo de consumir alimentos dulces, llevando a un aumento excesivo de peso. Los hallazgos, publicados en la revista Neuron, revelan que el estrés anula la respuesta natural del cerebro a la saciedad, lo que resulta en una continua búsqueda de recompensa a través de la comida.
El estudio demuestra que el estrés crónico combinado con una dieta alta en calorías promueve un mayor consumo de alimentos, especialmente aquellos dulces y tentadores, lo que contribuye al aumento de peso y la obesidad.
La investigación de hoy es la terapia del futuro.