La obesidad y la resistencia a la insulina en los tejidos periféricos son los principales impulsores del síndrome metabólico. Este término se utiliza para describir un conjunto de anomalías metabólicas que incluyen obesidad abdominal, niveles altos de triglicéridos, niveles bajos de colesterol HDL (el bueno), presión arterial elevada y niveles aumentados de glucosa en ayunas. Estas alteraciones metabólicas están estrechamente relacionadas con enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.
En cuanto al impacto del síndrome metabólico en el sistema nervioso central, hay menos claridad. Sin embargo, existen evidencias que sugieren que los ácidos grasos omega-3 de la dieta son esenciales para una función cognitiva normal. Las dietas deficientes en ácidos grasos omega-3 pueden aumentar la vulnerabilidad del cerebro a los trastornos inducidos por la fructosa. Esto es relevante considerando que muchas dietas occidentales son deficientes en ácidos grasos omega-3, y existe un debate en la salud pública sobre el uso de fructosa en los alimentos y su relación con la obesidad y el síndrome metabólico.
Por otro lado, el envejecimiento es el factor de riesgo más importante para la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas. En los últimos años, ha habido avances significativos en la comprensión de la biología del envejecimiento y el desarrollo de intervenciones nutricionales que pueden retrasar este proceso. La restricción calórica y el ayuno intermitente son dos enfoques que han demostrado influir en el envejecimiento del cerebro en estudios con modelos animales. Además, investigaciones recientes sugieren que estas intervenciones dietéticas también pueden tener efectos beneficiosos en la salud cerebral y reducir el riesgo de demencia en personas mayores.
El síndrome metabólico, la importancia de los ácidos grasos omega-3 y las intervenciones nutricionales para retrasar el envejecimiento son temas fundamentales en la relación entre la dieta y la salud, especialmente en el contexto de la prevención de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y enfermedades neurodegenerativas.
La investigación de hoy es la terapia del futuro.