La melatonina, una hormona producida en la glándula pineal del cerebro, desempeña un papel crucial en la regulación del ciclo sueño-vigilia, es decir, nuestro ritmo biológico que gobierna cuándo descansar y cuándo estar alerta. Su liberación se intensifica durante la noche, en condiciones de oscuridad, lo que facilita la conciliación del sueño y un descanso reparador.
Sin embargo, la melatonina no se limita a ser un inductor del sueño; tiene un abanico de funciones fundamentales para nuestra salud que merecen ser exploradas. A continuación, examinaré sus diversas funciones y los beneficios que puede ofrecer su suplementación a medida que envejecemos y disminuye nuestra capacidad de producirla.
Antioxidante: La melatonina se destaca como un poderoso antioxidante, resguardando nuestras células del daño causado por los radicales libres, moléculas generadas en respuesta al estrés, la contaminación y el envejecimiento. Estos radicales libres están vinculados a enfermedades como el cáncer, las cataratas o el alzhéimer. La melatonina no solo neutraliza los radicales libres, sino que también estimula las defensas naturales de nuestro cuerpo.
Inmunomoduladora: Regulación del sistema inmunitario, que salvaguarda nuestro organismo de patógenos y tumores. La melatonina modula la actividad de las células inmunitarias, fortaleciendo su capacidad para combatir agentes patógenos como virus, bacterias y hongos. Además, puede prevenir o reducir la inflamación cuando no es necesaria, un proceso relacionado con afecciones como la artritis, la diabetes o las alergias.
Metabólica: Interviene en el metabolismo de los hidratos de carbono y las grasas, lo que influye en nuestro peso corporal y en el riesgo de desarrollar obesidad o diabetes. La hormona favorece la utilización de glucosa y ácidos grasos como fuentes de energía, evitando su acumulación en forma de grasa. Hay que tener la precaución de no ingerir carbohidratos por la noche ya que la melatonina dificulta su metabolismo. Se trata de un mecanismo evolutivo para impedir hipoglucemias nocturnas.
Endocrina: Impacta en otras hormonas que regulan diversas funciones del organismo. Estimula la secreción de la hormona del crecimiento, vital para el desarrollo y regeneración de tejidos, y reduce la liberación de cortisol, la hormona de la luz, relacionada con situaciones de estrés que pueden afectar el sueño, el apetito y el estado de ánimo.
Termorreguladora: Contribuye a la regulación de la temperatura corporal, que varía según el ciclo sueño-vigilia. Durante la noche, induce una disminución de la temperatura corporal, lo que facilita el inicio y profundidad del sueño.
Estacional: Controla los ritmos estacionales, que son cambios fisiológicos que ocurren en respuesta a las variaciones de luz y oscuridad a lo largo del año. En los humanos, la melatonina puede influir en el estado de ánimo, el apetito o la libido según las estaciones.
Con el envejecimiento, la producción natural de melatonina tiende a disminuir, lo que puede afectar la calidad del sueño y la resistencia a enfermedades. Además, factores externos como el uso de dispositivos electrónicos con luz azul antes de dormir, cambios de horario o el estrés pueden alterar su liberación. Por estas razones, en ciertos casos, la suplementación de melatonina, que no es un medicamento ya que nuestro cuerpo la produce de forma natural, puede ser beneficiosa. No obstante, siempre es esencial consultar con un médico previamente, ya que pueden existir contraindicaciones o efectos secundarios.
Los beneficios de la suplementación exógena de melatonina abarcan:
Mejora del sueño: Puede ser de gran ayuda para aquellos que enfrentan dificultades para dormir, como insomnio, jet lag o trabajo por turnos. Reduce el tiempo necesario para conciliar el sueño, aumenta su duración y calidad, y disminuye los despertares nocturnos. Además, mejora el sueño de las personas mayores, que suelen experimentar una menor producción de esta hormona.
Prevención de enfermedades: Enfermedades relacionadas con el estrés oxidativo, la inflamación o el desequilibrio hormonal. Protege contra ciertos tipos de cáncer, especialmente el de mama y próstata, al inhibir el crecimiento de células tumorales. Asimismo, alivia síntomas de enfermedades neurodegenerativas, como alzhéimer o parkinson, protegiendo las neuronas del daño causado por radicales libres. También puede aliviar síntomas de la menopausia, como sofocos o cambios de humor, regulando los niveles de estrógenos.
Mejora del rendimiento físico y mental: Aumenta la resistencia y fuerza muscular al estimular la hormona del crecimiento y la síntesis de proteínas. También mejora la memoria, concentración, estado de ánimo y reduce el estrés, regulando los niveles de cortisol y serotonina.
La melatonina, una hormona con múltiples facetas, desempeña un papel crucial en diversas funciones vitales para nuestra salud. Su uso ha demostrado ser eficaz y seguro. Es fundamental cuidar nuestros hábitos de sueño y evitar factores que puedan perturbar su producción natural. En determinadas circunstancias, la suplementación de melatonina puede ser una opción beneficiosa, siempre bajo la supervisión médica adecuada.
La investigación de hoy es la terapia del futuro.