Vitamina D y cáncer de colon.

En los últimos años, numerosos estudios han apuntado hacia una posible relación entre los niveles de vitamina D y el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal. Esta hipótesis, respaldada por datos moleculares y epidemiológicos, ha generado un creciente interés entre la comunidad científica. Pero ¿qué sabemos con certeza? ¿Qué dicen los estudios más rigurosos? Y, sobre todo, ¿qué implicaciones prácticas tiene este conocimiento para la población general y para quienes ya conviven con un diagnóstico oncológico?

Tradicionalmente asociada con la salud ósea, la vitamina D cumple funciones mucho más amplias en el organismo. Su forma activa, la 1α,25-dihidroxivitamina D₃, actúa sobre un receptor específico (VDR), presente en gran parte del epitelio colónico. A través de este receptor, modula procesos celulares que son clave en el desarrollo y progresión del cáncer.

Tres mecanismos destacan por su relevancia:

  1. Favorece la diferenciación celular, promoviendo la expresión de proteínas como la E-cadherina, esenciales para mantener la cohesión entre células. La pérdida de esta proteína es frecuente en tumores invasivos.
  2. Regula el ciclo celular mediante la inhibición de la vía Wnt/β-catenina, activa en la mayoría de los cánceres colorrectales. Esta acción se produce a distintos niveles, incluyendo la activación de inhibidores naturales del crecimiento tumoral.
  3. Modula el microambiente tumoral, actuando sobre fibroblastos del estroma y sobre la respuesta inmunitaria local, lo que contribuye a frenar la expansión del tumor.

Gracias a estos efectos, el colon (rico en receptores de vitamina D) se presenta como un órgano especialmente sensible a sus niveles séricos.

Uno de los estudios más influyentes es el proyecto EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition), que siguió durante 15 años a más de medio millón de personas en Europa. Sus conclusiones son contundentes: quienes tenían niveles de 25(OH)D superiores a 30 ng/mL mostraban un 40 % menos de riesgo de desarrollar cáncer colorrectal que aquellos con niveles inferiores a 10 ng/mL.

A estos datos se sumó un metaanálisis publicado en Critical Reviews in Food Science and Nutrition en 2021, que evaluó 33 estudios con más de 140.000 participantes. Se confirmó el efecto protector, especialmente pronunciado en mujeres, con una reducción del riesgo del 31 % frente al 22 % observado en hombres.

Los beneficios de la vitamina D no se limitan a la prevención. También hay indicios de que influye en la evolución de la enfermedad una vez que el cáncer se ha desarrollado. En pacientes con cáncer de colon en estadio III, los mejores resultados de supervivencia libre de enfermedad se observaron en quienes mantenían niveles de vitamina D entre 30 y 40ng/ml. Curiosamente, niveles más altos (>50 ng/ml) no mejoraban el pronóstico, e incluso se asociaron a una evolución menos favorable. Este patrón sugiere que existe un rango óptimo, más que una relación lineal simple.

A pesar del avance del conocimiento, hay cuestiones aún sin resolver: ¿Qué es causa y qué es consecuencia?

Aunque algunos estudios, como el EPIC, midieron los niveles de vitamina D antes del diagnóstico, sigue abierta la posibilidad de que el propio tumor altere el metabolismo de esta vitamina. Sin embargo, estudios de genética mendeliana refuerzan la hipótesis causal: ciertas variantes genéticas relacionadas con el metabolismo de la vitamina D se asocian con mayor riesgo de cáncer colorrectal.

¿Cuál es el nivel óptimo?: Aquí no hay consenso. La mayoría de las instituciones de referencia sugieren mantener concentraciones séricas de 25(OH)D entre 30 y 50 ng/mL. Esta diferencia condiciona la interpretación de los estudios. Algunos hallan beneficios a partir de 20ng/mL, mientras que otros exigen niveles más elevados para observar efectos protectores.

Diferencias según sexo y localización del tumor: Los beneficios de la vitamina D parecen más consistentes en mujeres, y especialmente frente a tumores situados en la parte distal del colon (sección final del intestino grueso). Entre las explicaciones posibles, se barajan factores hormonales y diferencias en la expresión del receptor VDR a lo largo del tracto colónico.

¿Y la suplementación? Una historia con matices:Uno de los mayores ensayos clínicos sobre el tema, el estudio VITAL (2019), no encontró una reducción significativa en la incidencia de cáncer colorrectal tras administrar 2000 UI diarias de vitamina D₃ a más de 25.000 personas. Sin embargo, otros análisis más recientes que agrupan varios ensayos han detectado una disminución del 30 % en la mortalidad específica por cáncer colorrectal entre quienes recibieron suplementación tras el diagnóstico.

Esta diferencia puede deberse a varios factores:

  • El momento de la intervención, siendo más eficaz cuando se administra en fases avanzadas del proceso carcinogénico.
  • La interacción con tratamientos como la quimioterapia, en particular con el esquema FOLFOX (acrónimo de los tres medicamentos que lo componen), donde la vitamina D parece potenciar los efectos antitumorales.
  • El nivel basal de vitamina D, ya que los mayores beneficios se observan en quienes presentan una deficiencia clara al inicio.

Recomendaciones prácticas

Para la población general:

  • Procurar mantener niveles séricos de al menos 20ng/mL mediante una exposición solar moderada (15-30 minutos al día sin protección en brazos y piernas, en latitudes inferiores a 40°) y una dieta rica en pescados grasos como el salmón, la caballa o la sardina.
  • Considerar suplementos de 600 a 800 UI diarias en personas con mayor riesgo de déficit: obesidad, piel oscura o escasa exposición solar.

Para personas con cáncer de colon:

  • Monitorizar los niveles de vitamina D antes del tratamiento. Valores inferiores a 30ng/ml se han asociado con mayor toxicidad a la quimioterapia.
  • Corregir deficiencias claras (<20ng/ml) mediante suplementación controlada, entre 1000 y 4000 UI diarias, siempre bajo supervisión médica y con vigilancia de los niveles de calcio en sangre.

Para la investigación futura:

  • Se necesitan ensayos clínicos fase III con dosis individualizadas en función del perfil genético del receptor VDR.
  • Resulta prometedor explorar la combinación de vitamina D con inmunoterapia, como los tratamientos anti-PD1.

La vitamina D se perfila como un modulador de gran relevancia en la prevención y el control del cáncer colorrectal. Su acción va más allá de una función aislada, integrando complejos mecanismos celulares, inmunitarios y genéticos. La clave, sin embargo, reside en perfeccionar su aplicación clínica: es fundamental determinar los niveles óptimos, identificar a las personas que más podrían beneficiarse de ella, y establecer con precisión cuándo y cómo debería administrarse como suplemento.

Mientras la ciencia sigue avanzando, mantener unos niveles adecuados de vitamina D es, sin duda, una estrategia segura, económica y accesible para proteger la salud intestinal y reducir el riesgo de cáncer colorrectal.

La investigación de hoy es la terapia del futuro.

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