El término “producto natural” puede llevar a equívocos, ya que muchas personas asocian automáticamente lo natural con algo beneficioso y seguro para la salud. Sin embargo, es importante comprender que lo natural no siempre implica que sea saludable o exento de riesgos. La naturaleza alberga una amplia gama de sustancias, algunas de las cuales pueden resultar perjudiciales o incluso venenosas para los seres humanos. Lo que es un alimento sabroso y natural para los humanos, como las uvas, resulta ser venenoso para los perros. La naturaleza de un alimento puede ser saludable o tóxica dependiendo de quién lo consuma.
La idea de que todo lo natural es bueno y seguro se basa en una falacia lógica conocida como “falacia naturalista”. Esta falacia presupone que cualquier cosa que provenga de la naturaleza es intrínsecamente buena, mientras que los productos sintéticos o artificiales son perjudiciales. Sin embargo, esta creencia no se ajusta a la realidad.
La naturaleza es una fuente increíblemente diversa de sustancias, y no todas son adecuadas para el consumo humano o beneficiosas para nuestra salud. Por ejemplo, existen plantas y hongos que contienen toxinas potentes, capaces de causar daño e incluso la muerte si se ingieren. Además, muchos productos naturales pueden interactuar con medicamentos o tener efectos adversos en ciertas condiciones médicas.
Es importante destacar que la seguridad y los beneficios de un producto no dependen únicamente de su origen natural o sintético, sino de su composición, dosis, calidad y la evidencia científica que respalde su eficacia y seguridad. Muchos productos naturales, como las hierbas medicinales, suplementos dietéticos o remedios herbales, pueden tener propiedades terapéuticas, pero también conllevan riesgos. Con un producto natural, no se puede tener certeza de la dosis, ya que esta dependerá del lugar de origen, las condiciones meteorológicas a las que fue expuesto y otras variables no determinadas por el productor ni conocidas por el consumidor.
En cambio, podemos afirmar que los medicamentos desarrollados con el respaldo de la ciencia de vanguardia y sometidos a rigurosos ensayos clínicos representan una valiosa contribución a la medicina moderna y pueden brindar beneficios significativos para el tratamiento y la prevención de enfermedades.
La investigación y el desarrollo farmaceutico abarca desde la identificación de dianas terapéuticas hasta la formulación y evaluación exhaustiva de su seguridad y eficacia.
Uno de los aspectos más importantes de estos medicamentos es que han pasado por rigurosos ensayos clínicos antes de ser aprobados y comercializados. Estos ensayos involucran una serie de fases en las que se evalúa cuidadosamente su eficacia, seguridad y dosificación adecuada en un grupo representativo de pacientes. Esto implica que los medicamentos hayan demostrado ser efectivos y seguros en condiciones controladas antes de ser utilizados en la población general.
La realiación de ensayos clínicos rigurosos es crucial para obtener una comprensión profunda de cómo funciona un medicamento, qué beneficios puede proporcionar y qué posibles efectos secundarios puede tener. Además, estos ensayos permiten identificar y gestionar el riesgo potencial asociado con el uso del medicamento. La información recopilada durante los ensayos clínicos es revisada y evaluada por agencias reguladoras independientes.
La naturaleza utiliza la química para transformar productos, pero no lo hace con la intención de que el resultado sea adecuado para los seres humanos. ‘Natural’ es solo una indicación de origen, no una garantía de ser saludable.
La investigación de hoy es la terapia del futuro.