Las miocinas, proteínas generadas por las células musculares al contraerse, cumplen un papel fundamental en nuestro cuerpo. Son mensajeros químicos que se comunican con otros órganos y tejidos, regulando diversas funciones fisiológicas. Forman parte de un sistema endocrino muscular, que se activa especialmente durante el ejercicio físico.
La producción de miocinas varía según el tipo y la intensidad del ejercicio.
El ejercicio aeróbico, que implica contracciones musculares repetidas y prolongadas, estimula la liberación de miocinas como la interleucina 6 (IL-6), el factor de crecimiento insulínico 1 (IGF-1), el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) y la irisina. Estas miocinas viajan por la sangre y afectan a otros tejidos como el hígado, el tejido adiposo, el cerebro y el sistema inmunitario.
Por otro lado, el ejercicio anaeróbico, que involucra contracciones musculares breves e intensas, desencadena la liberación de miocinas como la miostatina, el factor de crecimiento de fibroblastos 2 (FGF-2), el factor inhibidor de la leucemia (LIF) y la interleucina 15 (IL-15). Estas miocinas tienen un impacto más local, actuando en el músculo y tejidos cercanos como los huesos y los vasos sanguíneos.
Las miocinas tienen múltiples beneficios para la salud. Mejoran el metabolismo energético, aumentan la captación de glucosa por los músculos, favorecen el uso de grasa como fuente de energía y previenen la resistencia a la insulina. También reducen la inflamación al inhibir la producción de citocinas proinflamatorias y activan el sistema inmunitario para combatir infecciones y eliminar células dañadas. Además, promueven la regeneración muscular al estimular la proliferación y diferenciación de las células madre musculares, lo que ayuda en la reparación y el crecimiento de nuevo tejido muscular. También contribuyen a la síntesis de proteínas y a la formación de nuevos vasos sanguíneos. No solo eso, las miocinas tienen un impacto en el cerebro al atravesar la barrera hematoencefálica y mejorar el aprendizaje, la memoria, el estado de ánimo y la formación de nuevas neuronas. Ayudan a prevenir el deterioro cognitivo relacionado con el envejecimiento o enfermedades neurodegenerativas.
Incluso en la lucha contra el cáncer, las miocinas tienen su papel al inhibir el crecimiento de células tumorales, inducir su muerte programada (apoptosis) y evitar su propagación. Combinadas con tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia, potencian su efectividad.
Como se puede apreciar, las miocinas son proteínas realmente importantes para mantener una buena salud física y mental. La práctica regular de ejercicio físico se convierte en una forma natural y efectiva de estimular la producción y liberación de estas proteínas, muy poco conocidas pero fundamentales para preservar la salud.
La investigación de hoy es la terapia del futuro.