La hipertensión arterial, una preocupación común entre los mayores de 60 años en España, merece especial atención en lo que respecta a sus implicaciones en la salud cerebral. El fenómeno de la sangre fluyendo con una fuerza excesiva a través de las arterias puede resultar en lesiones graves en órganos vitales como el corazón, los riñones y, particularmente, el cerebro. Estos eventos pueden manifestarse en estrechamientos, bloqueos o hemorragias vasculares que comprometen la función cognitiva, el habla y el comportamiento, lo que, a la larga, contribuye al desarrollo de la demencia, afectando aproximadamente al 6% de los ciudadanos de más de 65 años en nuestro país.
Entre los distintos tipos de demencia, la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular ocupan un lugar destacado. Mientras que la primera es el resultado de la degeneración neuronal inducida por la acumulación de proteínas perjudiciales, la segunda surge debido a una disminución en el flujo sanguíneo hacia el cerebro, privando a las neuronas del suministro vital de oxígeno y nutrientes.
No obstante, la relación entre la hipertensión y la demencia no es una cuestión de simplicidad, sino que está influenciada por múltiples variables, entre las que se cuentan la edad, la duración, la intensidad y el tratamiento de la hipertensión, así como otros factores de riesgo vascular y genéticos. Aunque algunos estudios apuntan a que la hipertensión en la mediana edad (40/65 años) se relaciona con un mayor riesgo de demencia en la vejez, aunque mantener una presión arterial baja en la edad avanzada podría no ser beneficioso para la salud cerebral.
Es imperativo adoptar un enfoque personalizado para el control de la hipertensión, que involucre la implementación de hábitos de vida saludables (reducir el consumo de sal, alcohol y tabaco, hacer ejercicio, controlar el peso, seguir una dieta mediterránea) y la administración de medicamentos antihipertensivos apropiados. A pesar de los avances, aún se requiere un mayor esfuerzo de investigación para determinar los valores óptimos de presión arterial en cada etapa de la vida y evaluar el impacto de diversas modalidades de tratamiento en el cerebro y la demencia.
La investigación de hoy es la terapia del futuro.