El envejecimiento es un proceso natural que conlleva una serie de cambios biológicos, fisiológicos y psicológicos que afectan a la salud y la calidad de vida de las personas. Sin embargo, existen factores que influyen en el ritmo y el grado de envejecimiento, así como en la prevención o el desarrollo de enfermedades asociadas a la edad. Entre estos factores se encuentran el ejercicio físico y la restricción calórica, dos intervenciones que han demostrado tener efectos beneficiosos sobre la salud mitocondrial, el metabolismo y la inflamación.
Las mitocondrias son orgánulos celulares que se encargan de producir la energía necesaria para el funcionamiento de los tejidos y los órganos. Su actividad está relacionada con la longevidad y el envejecimiento, ya que cuando se altera o se reduce, se generan radicales libres que causan estrés oxidativo y daño celular. Además, las mitocondrias participan en la regulación del ciclo celular, la apoptosis (muerte celular programada), el almacenamiento de calcio y la síntesis de hormonas sexuales.
El ejercicio físico es una forma de estimular la función mitocondrial, ya que aumenta la demanda de energía y favorece la biogénesis (creación de nuevas mitocondrias) y el recambio (eliminación de las dañadas) de estos orgánulos.
El ejercicio también mejora la flexibilidad metabólica, es decir, la capacidad de utilizar diferentes sustratos (glucosa, ácidos grasos, aminoácidos) para obtener energía según las necesidades del organismo. Así, el ejercicio previene o mejora enfermedades como la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares o el deterioro cognitivo.
La restricción calórica consiste en reducir el aporte calórico sin causar malnutrición. Se ha observado que esta intervención alarga la vida y retrasa el envejecimiento en diversas especies animales (incluido un primate, el macaco Rhesus), aunque su efecto en humanos aún no está claro. La restricción calórica parece actuar sobre las mitocondrias mediante la activación de vías de señalización celular que modulan el estrés oxidativo, la inflamación, el metabolismo y la expresión génica. Además, la restricción calórica mejora la sensibilidad a la insulina, disminuye los niveles de colesterol y triglicéridos, reduce la presión arterial y prevene el cáncer.
Un estudio reciente publicado en la revista Cell Metabolism ha analizado los efectos del ejercicio físico y la restricción calórica sobre el envejecimiento humano. Los investigadores reclutaron a 220 personas sanas de entre 21 y 50 años y las dividieron en cuatro grupos: uno que realizó ejercicio aeróbico moderado durante seis meses; otro que realizó restricción calórica del 25% durante dos años; otro que combinó ambas intervenciones; y un grupo control que no hizo ninguna. Los resultados mostraron que tanto el ejercicio como la restricción calórica mejoraron varios marcadores de salud relacionados con el envejecimiento, como la presión arterial, el colesterol, la glucosa, la inflamación o el estrés oxidativo. Sin embargo, solo el ejercicio mejoró significativamente la edad biológica, estimada mediante un algoritmo basado en 18 biomarcadores.
Estos hallazgos sugieren que el ejercicio físico y la restricción calórica son dos estrategias complementarias para mejorar la salud y prevenir enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Al adoptar un enfoque integral que incluya estos factores, junto con la protección de la función mitocondrial, podemos mantener una salud óptima a medida que envejecemos y disfrutar de una vida activa durante más tiempo. Es fundamental promover hábitos de vida que incorporen el ejercicio regular, la restricción calórica y una dieta equilibrada, respaldados por la orientación y recomendación de profesionales médicos. Así podemos mantener nuestra función mitocondrial, nuestra flexibilidad metabólica y mejorar nuestra edad biológica.
La investigación de hoy es la terapia del futuro.