El cáncer de próstata continúa siendo uno de los grandes desafíos de la medicina actual. Aunque se han logrado avances notables en su diagnóstico, aún dependemos en gran medida del PSA, una proteína producida por la próstata que se mide en sangre. Sin embargo, esta prueba carece de la especificidad deseada: hasta un 75% de los casos con PSA elevado acaban en biopsias innecesarias.
Recientemente, un estudio publicado en la revista Cancer Research el 28 de abril de 2025 ofrece una nueva esperanza. Un equipo internacional de científicos ha combinado tres tecnologías de vanguardia para identificar, en la orina, nuevas señales que permiten detectar el cáncer de próstata de forma mucho más precisa. Estas tecnologías son:
Mapeo tumoral célula a célula (transcriptómica espacial)
La transcriptómica espacial permite observar qué genes están activos en cada célula de un tumor y conocer su localización exacta dentro del tejido. A diferencia de las técnicas tradicionales, que analizan todas las células en conjunto y pierden información sobre su ubicación, esta metodología ha revelado que en un mismo tumor de próstata existen distintos grupos celulares, cada uno con su propio comportamiento y grado de agresividad. Por ejemplo, se ha observado que las células situadas en los bordes del tumor se asemejan más a las células sanas, mientras que las del centro presentan una actividad genética relacionada con la metástasis, es decir, la capacidad del cáncer para diseminarse a otros órganos.
Reconstrucción de la historia del tumor (pseudotiempo)
El pseudotiempo es una herramienta informática que permite ordenar las células según su grado de transformación hacia la malignidad, como si se tratase de una película que muestra la evolución desde una célula sana hasta una cancerosa. Al aplicar esta técnica sobre los datos de la transcriptómica espacial, los investigadores identificaron 18 genes cuya actividad aumenta a medida que las células adquieren mayor agresividad y capacidad metastásica. Dos de estos genes, FOXM1 (implicado en el crecimiento celular) y SPINK1 (relacionado con la resistencia a tratamientos), resultaron especialmente relevantes y, de forma notable, pudieron detectarse en la orina.
Inteligencia artificial al servicio del diagnóstico (aprendizaje automático)
Mediante inteligencia artificial, los científicos analizaron más de 4 millones de datos genéticos, identificando las combinaciones óptimas de biomarcadores-moléculas que actúan como señales de la enfermedad. Una red neuronal convolucional, un tipo avanzado de inteligencia artificial, logró predecir la presencia de cáncer en la orina con una precisión de 0,92 (en una escala donde 1 es la perfección), superando claramente al PSA (0,78). Esta alta precisión se mantuvo incluso al analizar muestras de casi 2.000 pacientes, incluyendo aquellos con patologías benignas de la próstata.
Nuevas pistas en la orina: hacia una prueba más cómoda y precisa
El estudio identificó un conjunto de cinco proteínas y tres microARNs (pequeñas moléculas que regulan la actividad genética) en la orina, cuyos niveles varían según el estado del tejido: sano, con cáncer localizado o con enfermedad diseminada. Entre los marcadores más destacados se encuentran:
- PCA3: ya utilizado en la práctica clínica, mejora su precisión al combinarse con otros marcadores como TMPRSS2-ERG, una alteración genética frecuente en este tipo de cáncer.
- MSMB: proteína prostática que disminuye en tumores más agresivos.
- miR-141-3p: microARN vinculado a la resistencia a tratamientos hormonales.
Para detectar estos biomarcadores de manera eficiente, los investigadores emplearon nanopartículas magnéticas diseñadas para unirse a las moléculas de interés y facilitar su aislamiento, incluso en muestras con baja concentración. En pruebas a ciegas, esta técnica identificó correctamente el 94% de los tumores agresivos (Gleason ≥7) y descartó el 89% de los casos sin cáncer, reduciendo los falsos positivos en un 62% respecto al PSA.
¿Qué implica esto para los pacientes?
- Evaluación precisa del riesgo: El nuevo sistema clasifica a los pacientes en cuatro grupos de riesgo. En el 92% de los casos de bajo riesgo, se podría evitar la biopsia; en los de riesgo intermedio, se recomendaría seguimiento con resonancia magnética avanzada; en los de alto riesgo, la biopsia sería más precisa y guiada por imagen, y, ante sospecha de metástasis oculta, se aconsejaría una prueba de imagen molecular específica. Se estima que este enfoque podría reducir las biopsias innecesarias hasta en un 70%.
- Detección precoz: Esta prueba de orina fue capaz de identificar tumores muy pequeños (de solo 0,2 cm³), invisibles incluso para la resonancia magnética en el 83% de los casos. Esto abre la puerta a su uso en cribados poblacionales, aunque se requieren más estudios para confirmar si esta estrategia reduce la mortalidad.
- Seguimiento del tratamiento: Los niveles de ciertos biomarcadores urinarios, como los genes CHD1 y SPOP, variaban según la respuesta a tratamientos como los inhibidores de PARP o la inmunoterapia. Por ejemplo, en pacientes tratados con enzalutamida, una disminución de la molécula AR-V7 en la orina a las 12 semanas indicaba una buena respuesta y un retraso en la progresión de la enfermedad.
Aunque el estudio incluyó personas de diferentes orígenes, la mayoría eran de ascendencia europea. Actualmente se están realizando investigaciones en África y Asia para evaluar la influencia de factores genéticos y ambientales en los resultados. Además, se estudia la mejor forma de recoger las muestras de orina, ya que la concentración de biomarcadores puede variar según el momento de la micción.
El siguiente gran reto es integrar estos biomarcadores en dispositivos portátiles, como inodoros inteligentes capaces de analizar la orina, una línea de trabajo en la que ya están implicados varios grupos europeos. También se explora la combinación del análisis de orina con el de fragmentos de ADN tumoral circulante en sangre, para mejorar la detección de metástasis óseas.
Este estudio ejemplifica cómo la integración de tecnologías innovadoras está transformando el abordaje del cáncer de próstata. Analizar la enfermedad a nivel molecular mediante una simple muestra de orina no solo incrementa la precisión diagnóstica, sino que también hace el proceso mucho menos invasivo para los pacientes. Los próximos años serán decisivos para confirmar estos resultados en la práctica clínica, pero el camino abierto nos acerca a un futuro en el que el diagnóstico precoz y personalizado del cáncer de próstata será más sencillo y accesible para todos.
La investigación de hoy es la terapia del futuro.