Desde una edad temprana, absorbemos información y aprendemos a través de patrones y estructuras establecidas. Nuestra mente está constantemente moldeada por la sociedad, la cultura y el entorno en el que vivimos.
El proceso de formación tiene un impacto positivo o negativo, dependiendo de la naturaleza de las formas que nos rodean. Por ejemplo, un sistema educativo sólido y equitativo nos ayuda a desarrollar habilidades y conocimientos, mientras que un ambiente social tóxico limita nuestro potencial y afectar negativamente nuestra autoestima.
Las formas también pueden influir en nuestras percepciones y opiniones sobre el mundo. La manera en que se presentan ciertos temas en los medios de comunicación o la forma en que se estructuran los discursos políticos, moldea nuestras creencias y actitudes.
Es importante ser consciente de la manera en que las formas nos forman para poder tomar decisiones y ser capaces de cuestionar y cambiar estructuras que puedan ser limitantes o injustas. Al reconocer esta influencia, podemos ser más conscientes de nuestras acciones y pensamientos, y buscar activamente una participación constructiva en la creación de un mundo más justo y equitativo.
En mi opinión, debemos reflexionar sobre la poderosa influencia que las estructuras y patrones tienen en nuestras vidas y cómo podemos ser agentes de cambio para crear formas más positivas y enriquecedoras en nuestra sociedad y en nosotros mismos.
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