El colágeno es una proteína que forma parte de los tejidos conectivos del cuerpo humano, como la piel, los huesos, los cartílagos, los tendones y los ligamentos. El colágeno tiene funciones importantes, como dar resistencia, elasticidad y firmeza a la piel, y contribuir a la regeneración y cicatrización de los tejidos.
Sin embargo, con el paso de los años, la producción de colágeno por parte del organismo disminuye, lo que se traduce en una pérdida de firmeza y elasticidad de la piel, la aparición de arrugas, la debilidad de las articulaciones y los huesos, y otros problemas de salud. Por esta razón, muchas personas recurren a los suplementos de colágeno que se venden en los supermercados, farmacias y tiendas especializadas, con la esperanza de mejorar su aspecto físico y prevenir o aliviar los síntomas del envejecimiento. Sin embargo, ¿realmente funcionan estos productos? ¿Qué evidencia científica hay sobre sus beneficios? ¿Qué riesgos o efectos secundarios pueden tener?
En este texto, voy a intentar responder a estas preguntas, analizando si los suplementos de colágeno son beneficiosos para la salud.
Los suplementos de colágeno son productos que contienen colágeno hidrolizado, es decir, colágeno que ha sido sometido a un proceso de hidrólisis para romper sus moléculas en fragmentos más pequeños, llamados péptidos. Estos péptidos son más fáciles de absorber por el organismo que el colágeno intacto. Se pueden presentar en diferentes formas, como cápsulas, polvos, líquidos, geles, cremas o alimentos enriquecidos. Suelen contener también otros ingredientes, como vitaminas, minerales, antioxidantes, ácido hialurónico o magnesio, que se supone que potencian sus efectos.
Se comercializan con diferentes reclamos, como mejorar la salud y el aspecto de la piel, el cabello y las uñas, prevenir o tratar la osteoporosis, la artrosis, la artritis o las lesiones deportivas, favorecer la salud cardiovascular, la digestiva, la ocular o la dental, entre otros.
Un aspecto que se suele pasar por alto es el hecho de que el colágeno que ingerimos no tiene porqué producir colágeno en nuestro cuerpo. Esto se debe a que al digerir las proteínas, incluido el colágeno, lo que hacemos es descomponerlas en sus elementos constituyentes, los aminoácidos. Los aminoácidos son las unidades básicas que forman las cadenas de proteínas. El organismo utiliza estos aminoácidos para fabricar sus propias proteínas según sus necesidades y prioridades.
Por ende, no podemos garantizar que el colágeno que consumimos se transforme en colágeno en nuestro organismo. Es más plausible que se destine a otras funciones metabólicas o estructurales. Además, el colágeno no se considera una proteína indispensable para el ser humano, dado que tenemos la capacidad de sintetizarlo a partir de otros aminoácidos. En otras palabras, no es necesario ingerir colágeno para mantener nuestros niveles adecuados de esta proteína. Lo que reviste importancia es mantener una dieta diversificada y equilibrada que nos proporcione todos los aminoácidos esenciales que nuestro cuerpo no puede sintetizar por sí mismo.
A pesar de la popularidad y la variedad de los suplementos de colágeno, la evidencia científica sobre su eficacia y seguridad es limitada y contradictoria. La mayoría de los estudios que se han realizado sobre los suplementos de colágeno tienen una calidad metodológica baja, una muestra pequeña, un diseño no aleatorizado, un seguimiento corto, un sesgo de publicación o un conflicto de intereses por parte de los patrocinadores.
Además, los resultados de los estudios no son consistentes ni concluyentes, ya que algunos muestran efectos positivos, otros no muestran efectos o muestran efectos negativos, y otros dependen de factores como la dosis, la duración, el tipo de colágeno, la combinación con otros ingredientes, el estado de salud de los participantes, la medición de los resultados o la comparación con otros tratamientos.
Por ejemplo, algunos estudios sugieren que los suplementos de colágeno pueden mejorar la hidratación, la elasticidad y la densidad de la piel, reducir las arrugas y las manchas, y aumentar la síntesis de colágeno y elastina . Sin embargo, otros estudios no encuentran diferencias significativas entre los grupos que toman suplementos de colágeno y los que toman placebo. De manera similar, algunos estudios indican que los suplementos de colágeno pueden mejorar el dolor, la movilidad y la calidad de vida de las personas con osteoartritis, artritis reumatoide o lesiones articulares. No obstante, otros estudios no demuestran beneficios o muestran efectos adversos, como aumento de peso, edema, hipercalcemia o reacciones alérgicas .
En cuanto a los efectos de los suplementos de colágeno sobre la salud ósea, cardiovascular, digestiva, ocular o dental, la evidencia es aún más escasa y débil, y se basa en estudios in vitro, en animales o en humanos con condiciones específicas, que no se pueden extrapolar a la población general.
En conclusión, los suplementos de colágeno no son la panacea que prometen ser, ni tienen una base científica sólida que respalde sus beneficios. Por el contrario, pueden tener efectos secundarios, interacciones con otros medicamentos o suplementos, o contraindicaciones para algunas personas.
Además, son productos caros, que no están regulados por las autoridades sanitarias, y que pueden variar en su composición, calidad y pureza. Por lo tanto, no se recomienda su consumo indiscriminado, sino que se debe consultar con un profesional de la salud antes de tomarlos, y seguir una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable, que son las mejores formas de cuidar la salud y la belleza.
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