3) Lo que hacemos (lo que nos sucede) cada día, modela nuestra salud futura.

Con cierta frecuencia tenemos tendencia a olvidar que nuestros hábitos y comportamientos diarios, tanto positivos como negativos, tienen un impacto acumulativo en nuestro bienestar a largo plazo. Los medios de comunicación insisten en la importancia de, por ejemplo, una dieta equilibrada y nutritiva, realizar ejercicio diariamente, controlar el estrés, dormir bien, evitar el tabaco y otras sustancias con efectos nocivos. A esto, yo añadiría cada enfermedad, la rotura de algún hueso, los ratos agradables en familia o con amigos, las risas viendo una comedia, disfrutar en un concierto o contemplando un paraje agradable, un día con ayuno parcial o total, … Sugiero que te detengas un momento para añadir algo a tu alcance y que te agrada.

Pues bien, todo lo positivo y lo negativo tiene repercusión en cómo vas cumpliendo años y cuál es tu estado de salud y tu capacidad de disfrutar. Ya sé que no tienes control sobre todo. Lo que pretendo decir es que todo está influyendo sobre lo que será tu vida.  Me gusta pensar que la salud es el saldo de una cuenta corriente y la vida añade conceptos en el debe o en el haber.

La vejez se prepara y es la consecuencia de toda la historia de nuestra vida.

Podemos ser frágiles a medida que cumplimos años, o no.

Quiero destacar que la fragilidad no está necesariamente vinculada a la edad, aunque es más común en las personas mayores debido a los procesos naturales de envejecimiento (es más complejo estar sano según aumenta la edad cronológica).

Pues bien, ha llegado el momento de diferenciar entre edad cronológica y edad biológica. Mientras toda la sociedad ajusta los deberes y derechos de sus ciudadanos en función de la primera, lo cierto es que la edad real de cada persona es la segunda. Cuántas veces has hecho el comentario, al saludar a alguien que ves tras largo tiempo, de que lo has encontrado muy viejo o muy joven para su edad.

La edad cronológica tiene una evolución lineal, siempre ascendente y es simplemente el tiempo transcurrido desde el nacimiento. Nada queda en nuestra mano para que no evolucione de forma previsible. Siempre sabremos, estando vivos, la edad que tendremos en cada coordenada del calendario.

La edad biológica, o metabólica, es la relacionada con la calidad de vida y nuestra apreciación de salud y está condicionada al estilo de vida saludable y genética favorable.  Supone cambios en el estado del organismo a nivel celular y fisiológico. Tiene en cuenta factores como el desgaste de los tejidos, el funcionamiento del sistema inmunitario (un tema fundamental y que me gusta), la capacidad de recuperación y el estado anímico. Puede ser diferente en los distintos órganos del cuerpo humano, por lo que podrías tener distintas edades según la salud de nuestros órganos y, no menos importante, es recuperable si se adoptan las conductas adecuadas.

En algún momento continuaré analizando nuestra capacidad para modificar el legado genético que hemos heredado de nuestros padres y el epigenoma (señales moleculares que modulan la forma en que los genes se expresan y funcionan).

Ten también en cuenta el concepto subjetivo de percepción de la salud, ya que puede variar de una persona a otra, incluso cuando los parámetros médicos objetivos indican un estado de salud similar, porque no está alineada con la realidad objetiva de tu condición física.
Si crees que tienes la capacidad de mantener o mejorar la salud, mejorarás tu percepción sobre la salud.

Nullius in verba

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