Los niveles elevados de colesterol y otros lípidos en sangre representan uno de los principales factores de riesgo cardiovascular en la actualidad. Un aspecto crucial, frecuentemente pasado por alto, es que no solo importa la cantidad de colesterol LDL circulante, sino también su calidad. Específicamente, el LDL oxidado es el verdadero villano en el desarrollo de la aterosclerosis. Esta oxidación puede ocurrir cuando los niveles elevados de glucosa en sangre, el estrés oxidativo y la inflamación crónica modifican la estructura del colesterol LDL, volviéndolo más aterogénico. El LDL oxidado es más propenso a depositarse en las paredes arteriales, desencadenando una cascada inflamatoria que culmina en la formación de la placa de ateroma.
Durante décadas, las estatinas han sido el pilar fundamental del tratamiento de las dislipidemias. Sin embargo, la ciencia médica ha logrado desarrollar nuevas alternativas terapéuticas que complementan o sustituyen a las estatinas cuando estas no son suficientes o no son bien toleradas.
El Icosapento de etilo representa una innovación fascinante derivada del aceite de pescado altamente purificado. Este compuesto, a diferencia de los suplementos de omega-3 convencionales, ha demostrado en estudios clínicos rigurosos una notable capacidad para reducir eventos cardiovasculares graves. Su mecanismo de acción reduce los triglicéridos y también posee propiedades antiinflamatorias y estabilizadoras de la placa de ateroma, contribuyendo además a reducir el estrés oxidativo que puede modificar negativamente el LDL. Los pacientes que más se benefician son aquellos con triglicéridos elevados y enfermedad cardiovascular establecida o diabetes.
El Inclisiran marca un hito en la terapéutica por su novedoso mecanismo de acción basado en la interferencia del ARN. Lo más llamativo de este tratamiento es su cómoda posología: solo requiere dos inyecciones al año después de la dosis inicial. Esta característica lo hace especialmente atractivo para pacientes que tienen dificultades para mantener la adherencia a medicaciones diarias. El inclisiran reduce significativamente los niveles de colesterol LDL mediante la disminución de una proteína llamada PCSK9, logrando reducciones sostenidas de hasta un 50% en el colesterol “malo”.
Los inhibidores de PCSK9 (como evolocumab y alirocumab) representan una familia de anticuerpos monoclonales que han revolucionado el tratamiento de pacientes con dislipidemias severas. Estos fármacos se administran mediante inyecciones subcutáneas cada dos o cuatro semanas y han demostrado reducciones impresionantes del colesterol LDL, incluso en pacientes que no responden adecuadamente a las estatinas. Son especialmente valiosos en casos de hipercolesterolemia familiar o en pacientes con eventos cardiovasculares recurrentes a pesar del tratamiento convencional. Logran reducciones del 50-65% del colesterol LDL.
El Ácido bempedoico es una alternativa prometedora para pacientes que no toleran las estatinas debido a dolores musculares, un efecto secundario frecuente de estos fármacos. Lo destacable es que necesita ser activado por una enzima llamada ACSVL1, que se encuentra principalmente en el hígado pero está ausente en el músculo esquelético. Por eso, el fármaco permanece inactivo en el músculo, evitando así los efectos secundarios musculares. Esta característica única de “activación selectiva hepática” es lo que lo hace especialmente útil en pacientes que no toleran las estatinas por mialgia o miopatía. Este fármaco puede utilizarse solo o en combinación con dosis bajas de estatinas, proporcionando una reducción adicional del colesterol LDL del 15-25%.
Es importante destacar que la elección del tratamiento más adecuado debe individualizarse considerando múltiples factores: el perfil lipídico específico del paciente, sus comorbilidades, el riesgo cardiovascular global, la tolerancia a los diferentes fármacos y, por supuesto, las preferencias personales en cuanto a la vía de administración y frecuencia de dosificación.
Estos nuevos tratamientos han ampliado significativamente el arsenal terapéutico disponible, permitiendo un abordaje más preciso y personalizado de las dislipidemias. Sin embargo, es fundamental recordar que ningún tratamiento farmacológico sustituye la importancia de mantener un estilo de vida saludable, que incluya una alimentación equilibrada, ejercicio regular y abandono del tabaco.
La investigación de hoy es la terapia del futuro.