El fondo de ojo: una mirada al cerebro.

¿Te has preguntado alguna vez qué secretos esconde tu mirada? Tus ojos no solo te permiten ver el mundo que te rodea, sino que también son una ventana al interior de tu cuerpo y de tu cerebro. Algunas enfermedades que afectan al sistema nervioso central, como el Alzheimer, el Parkinson o la esclerosis múltiple, pueden dejar huellas en el fondo de tus ojos, que es la parte posterior e interior del globo ocular. Estas huellas pueden ser detectadas por el oftalmólogo mediante una exploración llamada fondo de ojo, que consiste en ver a través de la pupila el interior del ojo, concretamente la retina, la mácula, los vasos sanguíneos, el disco óptico y la coroides.

Estas estructuras oculares están conectadas con el cerebro a través del nervio óptico, que es el encargado de enviar las señales desde la retina a nuestro cerebro, que es el que interpreta las imágenes que luego vemos. Por lo tanto, cualquier alteración que se produzca en el cerebro puede tener repercusiones en el ojo, y viceversa. De hecho, se ha demostrado que el ojo comparte muchas características con el cerebro, como la presencia de neuronas, la formación de sinapsis, la producción de neurotransmisores o la existencia de una barrera hematoencefálica. Por eso, se dice que el ojo es una extensión del cerebro, y que el fondo de ojo es una forma de hacer una “biopsia” del cerebro sin necesidad de invadirlo.

Al observar el fondo de ojo, el oftalmólogo puede detectar cambios en el color, el tamaño, la forma o el grosor de estas estructuras, que pueden indicar la presencia o el avance de alguna enfermedad degenerativa del cerebro. Por ejemplo, en el caso del Alzheimer, se ha observado que la retina se adelgaza y que los vasos sanguíneos se estrechan, lo que reduce el flujo de sangre y oxígeno al cerebro. Además, se ha encontrado una mayor acumulación de una proteína llamada beta-amiloide, que forma placas en el cerebro y en el ojo, y que se considera una de las causas del deterioro cognitivo.

En el caso del Parkinson, se ha encontrado que la mácula, que es la zona central de la retina responsable de la visión detallada, se deteriora y pierde sensibilidad. Esto se debe a que las células de la retina que producen dopamina, un neurotransmisor esencial para el movimiento y el aprendizaje, se degeneran y mueren, al igual que ocurre en el cerebro.

En el caso de la esclerosis múltiple, se puede producir una inflamación del nervio óptico, que causa visión borrosa, dolor al mover los ojos o pérdida de visión temporal. Esta inflamación se debe a que el sistema inmunitario ataca la mielina, una sustancia que recubre y protege el nervio óptico, y que también se encuentra en el cerebro y la médula espinal.

Estos hallazgos son muy importantes, porque pueden ayudar a diagnosticar estas enfermedades en sus fases iniciales, cuando todavía no hay síntomas evidentes o son muy leves. Así, se puede iniciar un tratamiento precoz que pueda retrasar o frenar el avance de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Además, el fondo de ojo es una prueba sencilla, rápida, indolora y no invasiva, que se puede realizar en una consulta oftalmológica de rutina. Solo se necesita dilatar la pupila con unas gotas y usar un aparato llamado oftalmoscopio, que emite una luz potente y que tiene varias lentes que aumentan el tamaño de la zona a estudiar.

Por eso, es recomendable que te hagas un fondo de ojo al menos una vez al año, sobre todo si tienes antecedentes familiares de enfermedades degenerativas del cerebro, o si presentas algún síntoma que pueda afectar a tu visión, como dolor de cabeza, mareos, dificultad para leer o reconocer caras, o cambios en la percepción de los colores. Recuerda que tus ojos son el reflejo de tu cerebro, y que cuidar de ellos es cuidar de tu salud.

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